Exceso

1998 - 2003

La buena sombra de Zárraga

En 2002, la revista Exceso dedicó su portada a un reportaje de Evan Romero sobre los delitos de enriquecimiento ilícito atribuidos al entonces Comandante General del Ejército venezolano y a una ex reina de belleza cercana al militar. En un ejercicio de censura sin precedentes en el país, casi todos los ejemplares de la publicación fueron adquiridos por un comprador anónimo antes de que llegaran a los quioscos.

Portada de la revista “Exceso” (Febrero 2002)

Texto: Evan Romero
Foto: Betzabeth Zárraga

Enrevista con Betzabeth Zárraga para “Exceso”

En homenaje al estado natal de Hugo Chávez, Betzabeth Zárraga consiguió ser elegida Miss Barinas; en favor de la juventud desorientada, financiamiento para su fundación benéfica; en nombre del amor, la atención de chavistas de alto rango. Perseguida desde hace meses por señalamientos que desmeritan sus hazañas, ahora consigue tiempo para disipar las sombras en torno a su breve vida y obra.

Betzabeth Zárraga no miente. Al menos no cuando dice haber vivido los últimos dos años a la carrera. De ella se oyó hablar por primera vez cuando compitió por la banda de Miss Venezuela a mediados de 1999. De la ceremonia de graduación donde le otorgarían el título de Técnico Superior Universitario en Relaciones Industriales se ausentó para asistir al casting final que le abriría las puertas del concurso de belleza. “Betzabeth idolatraba al presidente Hugo Chávez. Todos a su alrededor se preguntaban: ‘¿Qué le pasa a esta mujer?’ ”. Así recuerda Norkis Batista, primera finalista de aquel certamen, a quien fuera apodada “la miss chavista”.

Ese mote le traería malos ratos y buenas oportunidades por igual. Ninguneada en la contienda por la corona, Zárraga fue contratada más tarde como la cara tersa de un programa social administrado por las Fuerzas Armadas venezolanas. “Yo visitaba mucho el palacio presidencial de Miraflores y un día, mientras conversaba con funcionarios ligados al Fondo Único Social, les hice saber que yo quería ser la imagen del Plan Bolívar 2000. Ellos consideraron que, por ser una joven bonita e intelectual, podría facilitar la difusión del mensaje de ese proyecto cívico-militar”, cuenta la joven bonita e intelectual en cuestión, dejando a buen entendedor que ese cargo representativo fue creado a su medida y que no se ha encontrado sustituta de su talla. “Se puede decir que ese es un puesto vitalicio”, comenta con candor. “Yo terminé haciendo giras auspiciadas por el Fondo de Fortalecimiento Social y visité la zona del Alto Apure en jornadas humanitarias. Ese era mi trabajo”, añade. Por él se le pagó “tres millones de bolívares en dos partes”.

Aspirando a ingresos mayores, Zárraga también prestó su exuberante fenotipo para la publicidad de un banco, una gasolinera y una compañía de transporte. “Pregúntale a las modelos profesionales. Tú puedes ganar muchísimo dinero por media hora de filmación y, si conoces a muchos empresarios, eso se te puede hacer facilísimo”, explica. Al mismo tiempo, su autoproclamada vocación de servicio la conducía hacia derroteros menos glamorosos, aunque convenientes, eso sí, para materializar otros sueños recurrentes. En sus excursiones por los pueblos deprimidos del interior venezolano trabó amistad con dos chavistas encumbrados: con el general Víctor Antonio Cruz Weffer, entonces jefe de Estado Mayor del Programa de Proyectos Especiales del Ministerio de la Defensa y coordinador del Plan Bolívar 2000, y con el capitán retirado Jesús Alberto Aguilarte Gámez, gobernador del estado sureño de Apure. Ambos auparían el empeño de Zárraga en darle un segundo aire a la fundación caritativa que heredó de su madre, la Fundación Eliza Dacor, creada para enderezar a jóvenes con problemas de conducta.

Buen árbol

“Yo conocí al general Cruz Weffer en octubre de 2000 y vi en él a un hombre trabajador, comprometido con el pueblo. Le presenté mi proyecto pocos días después, él lo analizó y comenzó a apoyarlo casi inmediatamente”, dice Zárraga. El engranaje de la Fundación Eliza Dacor fue aceitado con por lo menos 100 millones de bolívares provenientes del Programa de Proyectos Especiales del Ministerio de la Defensa. De un día para otro, la ex reina de belleza armó sus maletas y se mudó a los llanos venezolanos para preparar la apertura del Club del Adolescente y Adulto Joven Bravos de Apure. Su inauguración quedó consumada el 10 de noviembre de 2000. “Las cosas tienen que hacerse rápidamente; si las piensas mucho, no prosperan”, aconseja.

Para Zárraga, todo fluyó sin problemas hasta que el espaldarazo propinado a su obra filantrópica la hizo caer aparatosamente en medio de un escándalo de corrupción con espinosas ramificaciones. A fines de 2001, la mención de su noviazgo prescrito con el gobernador Aguilarte aderezó el rumor sobre su amorío vigente con el general Cruz Weffer y vio arrastrado su bíblico nombre hacia las columnas políticas de la prensa nacional, donde apareció retratada como una de las beneficiarias del desvío ilegítimo de recursos estatales endilgado al segundo.

“Yo no estoy comprometida sentimentalmente, hasta ahora, con el general Cruz Weffer”, comentó en una de las pocas entrevistas concedidas para defenderse. Al ser auscultada por la revista Exceso, Zárraga aclara que aquel “hasta ahora” no fue un desliz del subconsciente: dada la insistencia con que se le atribuye un idilio con el militar de cincuenta años, su corazón podría terminar palpitando por el uniformado, admite desafiante. “Yo no sé lo que me depara el destino”, acota coqueta. Pero, a juzgar por su lista de asuntos pendientes, el futuro no es tan incierto como Zárraga lo pinta: aparte de rezar por que cesen las acusaciones que la comprometen, la trigueña cavila, agenda en mano, cómo hacer para cumplir con sus múltiples compromisos sin colapsar en el intento.

Zárraga está tramitando la apertura de otra sede del Club del Adolescente: “ya estamos en conversaciones con el gobernador del estado Guárico”, dice al respecto. Tiene cuentas por cuadrar con el socio que lleva las riendas de sus negocios en el centro comercial Ciudad París, el de más ínfulas en el este de la ciudad de Barquisimeto: una boutique-peluquería y un centro para tratamientos estéticos registrados como Betzabeth Imagen, que abrieron sus puertas al público el 15 de septiembre y el 28 de diciembre de 2001, respectivamente. “Sobre mis negocios también se ha especulado muchísimo; pero, si yo necesitara esconder el hecho de que tengo un comercio o dos, no les habría puesto mi nombre”, responde oronda. Zárraga acaba de iniciar sus estudios a distancia de Comunicación Social en la Universidad Cecilio Acosta de Maracaibo: “me fascina el periodismo; me gustaría cubrir la fuente de Política”, confiesa. Además, viene de estrenar un espacio radial junto a Rafael Zamora, del semanario El Apureño, en San Fernando de Apure. “El mismísimo dueño de Contacto 101.5 fm me dijo: ‘eres una persona escuchada en Apure y quiero que tengas un programa en esta emisora, para que hables sobre tu fundación y, si quieres, también sobre política’ ”. En un estado donde el analfabetismo campea y las salas de cine brillan por su ausencia, el proselitismo partidista es imposible sin recurrir a las ondas hertzianas; no será Betzabeth Zárraga quien desprecie una oferta de ese calibre. Y menos ahora que ha hecho pública su intención de optar por la gobernación de Apure. “Tengo 23 años y quiero aprovechar esa fuerza que me da la juventud para trazarme metas y alcanzarlas. Por eso no me detengo. No he tenido vacaciones desde que participé en el concurso de Miss Venezuela”.

Benditas charreteras

Como a dios, Zárraga siempre tiene a los militares en la punta de la lengua. La frecuencia con que los menciona sólo puede extrañar a quien desconozca su trasfondo familiar. “Muchos nos reprochan que, siendo evangélicas, Betzabeth haya figurado en un concurso de belleza y yo lleve pantalones largos”, protesta Ruth, hermana de la ex miss. “Yo les contesto que tendríamos menos posibilidades de acercarnos al prójimo y de decirle que existe el todopoderoso si fuéramos cristianas chapadas a la antigua”. Creyentes, sí. Pacatas, no. En el hogar de las Zárraga convivieron desde temprano la reverencia por la autoridad divina y por la castrense. “Mi mamá trabajó toda su vida como jefe de Relaciones Públicas de la Comandancia de Policía del estado Lara y como directora de su comité de damas, donde las esposas de los militares se dedicaban a realizar labores sociales. De ahí que, desde pequeñas, sus hijas siempre hayamos mirado los uniformes con respeto”, cuenta Ruth, añadiendo que la tesis de grado con que cerró sus estudios de Ciencias Políticas versó sobre la influencia que el fallido golpe de Estado del 4 de febrero de 1992 ejerció sobre las elecciones presidenciales de 1998. Su investigación le permitió entrevistar a Hugo Chávez y presentárselo a Betzabeth, quien la acompañaba en tan memorable ocasión. Las Zárraga son uña y carne.

También Ruth se ha visto salpicada por las imputaciones que llueven sobre su hermana. El 23 de noviembre de 2001, el diario Así es la noticia condimentó su alusión al presunto romance entre Betzabeth y Cruz Weffer afirmando que Ruth tenía una relación amorosa con otro chavista de alto rango: el comandante Luis Reyes Reyes, gobernador del estado Lara. “Todo el que me conoce sabe que eso es mentira. Gracias a dios, yo conozco a la esposa del comandante Reyes Reyes porque ella coordinó muchos programas sociales para los niños pobres y, cuando trabajaba en el diario Hoy, yo le di cobertura a sus actividades. Ella y el comandante me conocen como una mujer seria y trabajadora. Además, yo tengo mi novio, muy formal y todo…”, se defiende Ruth. El artículo de Así es la noticia dio pie a una espectacular solicitud de réplica que incluyó el cierre del acceso a la calle del periódico con vehículos del Ejército. Cruz Weffer se presentó en la redacción para desempañar el honor de la doncella, que no para desmentir las fechorías que Ibéyise Pacheco, directora de ese medio, le venía endilgando como coordinador del Plan Bolívar 2000, directivo del Fondo Nacional de Desarrollo Urbano y comandante general del Ejército. Flanqueada por el general y por su ex pareja, Jesús Aguilarte, Betzabeth Zárraga dio la impresión de tolerar bien sus primeros quince minutos de infamia.

Espaldas guardadas

Betzabeth siempre tuvo espaldas bien guardadas. Eso arguyen quienes la conocieron cuando ella aprovechó la progresiva descentralización de los castings para participar en el Miss Venezuela; hasta 1998 la materia prima del concurso provenía exclusivamente de Caracas. “El Grupo Médico Spinetti es el operador de la franquicia del Miss Venezuela para la región centro-occidental del país. El doctor Javier Gómez y yo convocamos a una primera audición en mayo de 1999 en el Hotel Barquisimeto Hilton. De ahí salió Betzabeth”, explica el cirujano plástico Eleazar Spinetti. Su colega completa la historia: “Yo estoy ligado a Acción Democrática desde que nací; mis abuelos fueron fundadores de ese partido político en el estado Mérida”, asegura Gómez. “Cuando me vine al estado Lara para trabajar en el Centro Médico Spinetti conocí a Ruth, la hermana de Betzabeth, en los mítines que Acción Democrática organizaba en Barquisimeto. Ruth se enteró de que yo estaba vinculado con el concurso de belleza y me comentó que tenía una hermana muy alta, muy bella y, sobre todo, muy inteligente. Cuando me presentaron a Betzabeth, ella me llamó la atención porque, de alguna manera, su actitud cautivaba”, relata el especialista.

Ruth Zárraga niega haber conocido a Gómez en romería política alguna o haberlo abordado para allanarle el camino a su hermana menor. “A nosotras no nos gusta conseguir las cosas de esa manera”, subraya. A su juicio, fue el donaire de la espigada trigueña lo que le permitió trascender las rondas eliminatorias del Miss Venezuela y aspirar a la codiciada corona en nombre del estado natal de Hugo Chávez. “Yo nací en Lara, pero como siempre he admirado al presidente Chávez, pedí que se me permitiera representar a Barinas. Y como los estados de la zona llanera de Venezuela no suelen ser llamativos para las concursantes –ellas siempre quieren representar a los estados centrales del país–, me dieron la banda de Barinas”. Spinetti no se contiene: “¡Eso es mentira! Ni que ella fuera la hija de Osmel Sousa… Ninguna de las aspirantes a la corona elige qué banda llevará. Las misses pueden manifestar qué estado les gustaría representar, pero te aseguro que ese no es el que Betzabeth quería”. Javier Gómez lo secunda: “Betzabeth se empeñó en que la nombraran Miss Lara. Desgraciadamente, ella no era la más bella del grupo y, como no se hizo su voluntad, su mamá, que es como su manager, se molestó mucho con nosotros”.

Fuentes relacionadas con la Organización Miss Venezuela comparten la impresión de que, haciendo gala de su savoir faire en relaciones públicas, la madre de Betzabeth controlaba su campaña promocional; cosa inusual en esas lides. “A la señora le debe haber parecido genial la idea de que Betzabeth visitara a la mamá de Chávez en Barinas y se fotografiara con ella; pero creo que esa imagen circuló por los medios con escasa fortuna. Era evidente que se buscaba darle un impulso a Betzabeth dentro del concurso”, desliza un infidente desde la sombra. A Spinetti y a Gómez también les extrañó la forma en que Betzabeth condujo su candidatura en el Miss Venezuela: “ella era la única de las participantes que llegaba a los ensayos con chofer y tenemos entendido que o ella o su mamá tenían escolta militar en ese momento. Y, si no era un escolta, era un buen amigo de ellas que venía de las Fuerzas Armadas”, recuerdan los cirujanos. Norkis Batista, Miss Vargas en el certamen de 1999, confirma ese alegato: “la familia Zárraga era muy delicadita y siempre estaba pendiente de Betzabeth. Todas las muchachas la miraban de reojo. Tú veías a aquel mujerón con su mamá y su chofer para arriba y para abajo…”

Universo paralelo

Gómez, del Grupo Médico Spinetti, retoma la palabra: “Después de haber recibido la banda de Miss Barinas, Betzabeth no quiso saber más de nosotros; pienso que nos utilizó como trampolín para irse a Caracas, a pesar del compromiso que tenía con nuestra franquicia en el centro-occidente”. Zárraga prefirió ponerse en manos de Alberto Pierini, bisturí oficial de la Organización Miss Venezuela, quien, invocando su ética profesional, decidió no declarar para este reportaje sobre las complicaciones de la intervención quirúrgica de su paciente. Otros son menos discretos. “A Betzabeth le operaron la nariz y le colocaron prótesis de mamas”, detalla Spinetti. “Ella sufrió una hemorragia nasal y una infección de la cicatriz en el área donde le colocaron las prótesis. Como yo estaba en Barquisimeto y ella en Caracas, le hice algunas sugerencias telefónicamente. Betzabeth recibió un tratamiento con antiinflamatorios y antibióticos, y estuvo de reposo veinte días antes del certamen. Eso complicó las cosas para ella porque ganó peso debido al consumo de medicamentos. A ella le exigieron que rebajara y lo logró; sin embargo, terminó concursando con cinco kilos de más porque no le dio tiempo de llegar al peso ideal de 55”.

Giselle Reyes, profesora de modelaje en la Organización Miss Venezuela, corrobora lo expuesto por el cirujano: “Ella era muy alta, elegante y se veía muy bien en traje de gala. En traje de baño no, por su flaccidez: ella subía de peso, rebajaba repentinamente y no lograba endurecerse”. Norkis Batista, una de sus contendoras en el certamen, llega al punto de esbozar el temperamento de Zárraga –descrita unánimemente como recatada, responsable, seria y disciplinada– en función de los avatares de su silueta: “Betzabeth era reservada, calladita, tímida. Yo pienso que era la que estaba más alejadita del grupo porque le costaba mucho perder peso; Osmel Sousa vivía regañándola porque no rebajaba. Eso sí, ella siempre se mostró muy madura, muy precisa cuando hablaba; recuerdo que en las clases de oratoria ella siempre hablaba muy bonito”. Según Julio Rodríguez, reconocido erudito en materia de misses, ella era la alumna más destacada, pero eso no impidió que la joven se sintiera fuera de lugar. “En las lecciones que nos daba Roland Carreño, que eran de oratoria y no de cultura general, como él suele decir ahora, la única que participaba era yo. Allí me dijo él una vez: ‘lo único que te falta para ser chavista es leer El oráculo del guerrero’. Y yo saqué dos ejemplares que tenía en mi bolso para mostrárselos. ¡Por supuesto que yo leo El oráculo del guerrero, a mí me fascina El oráculo del guerrero! Carreño quería provocarme ridiculizando un libro que a Chávez le gustaba mucho porque él desprecia a Chávez. Cuando me dicen ‘chavista’ lo hacen de manera despectiva. Te puedo asegurar que eso me trajo muchos inconvenientes cuando participé en el concurso Miss Venezuela. A mí me empezaron a dejar de lado desde que llegué; a mí no me hacían casi entrevistas y, en las fotos de grupo, yo casi nunca aparecía”, denuncia Zárraga.

El amante que nunca fue

A pesar de todo, su asertivo talante se mantuvo inalterado. Su altivez incomodaba a algunos: “Ella reclamaba por todo. ‘¿Por qué le hacen publicidad a aquella miss y a mí no?’. ‘¡Mis fotos deben ser tomadas así y no asao!’ ”, la remeda un cronista de espectáculos bajo condición de anonimato. Otros la admiraban por ello: “Betzabeth siempre fue una mujer muy recia. Ella nunca se tragaba lo que la incomodaba: si sentía la necesidad de protestar por algo, lo hacía. Por ejemplo, cada vez que la pesaban, ella decía que el peso estaba arreglado y que estaba siendo objeto de un trato injusto”, sostiene Julio Rodríguez, el especialista en misses, a cuyos oídos llegó el murmullo de que Zárraga, además de guapa, estaba apoyada. “Yo nunca la vi llegar a los ensayos en autos oficiales, pero sí se comentaba que tenía un romance con un tipo pesado del Gobierno”.

Desestimando que el general Víctor Cruz Weffer figurara desde entonces en su cuadro de amistades, personas allegadas a la Organización Miss Venezuela apuntan más bien al dirigente chavista Héctor Dávila, describiéndolo como un admirador dispuesto a usar su jerarquía para procurarle trato de reina; por ejemplo, asignándole a Zárraga el vehículo oficial con chofer que presuntamente sembró envidia entre sus compañeras. “Eso es falso. Yo tenía chofer, pero yo no iba a los ensayos del Miss Venezuela en vehículo oficial. Yo me trasladé desde el interior del país hasta Caracas con mi mamá y mi hermano porque ese viaje era sumamente peligroso y no quería hacerlo sola. Nosotros le pagábamos a un chofer para que nos llevara porque no conocíamos la capital”.

Dávila aspiraba a que el oficialismo lo lanzara como candidato a la alcaldía del municipio capitalino de Libertador en 1999, pero, tras ser acusado de utilizar recursos públicos para su campaña, sus camaradas favorecieron a Freddy Bernal. Se rumora que Dávila tampoco tuvo suerte al intentar persuadir a la Organización Miss Venezuela de que lo incluyera entre los jueces del certamen. Frustrado ese esfuerzo, se dice que Dávila contactó a varios miembros del jurado para que le aseguraran a Zárraga un puesto entre las diez finalistas.

“¡Para nada! Yo conozco a Héctor Dávila porque hice una visita a la gobernación del Distrito Federal y, como el gobernador Hernán Grüber Odreman estaba muy ocupado, me atendió el secretario general de gobierno, que en ese momento era Dávila. Pero nada que ver. Ninguna relación. Nada… Además, Dávila no habría podido ejercer presiones para favorecerme: las participantes saben quién va a ganar un mes antes de que el concurso Miss Venezuela tenga lugar; esa corona se compra, no se gana por méritos”, aclara Zárraga.

No obstante, testigos de excepción insisten en que, no habiendo salvado a Betzabeth de quedar rezagada entre las 26 participantes –quedó en el puesto 19–, Dávila descuidó los trámites de la gobernación para legalizar la pena de muerte por empeñarse en impulsar la carrera de la barquisimetana como modelo. “En el marco de la ix Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno que tuvo lugar en Cuba en noviembre de 1999 se iba a realizar un desfile de modas en el Hotel Nacional de La Habana; éste iba a ser dirigido por Osmel Sousa y Rita Córdova, a petición de Ana Ávalos de Rangel, esposa del canciller de Venezuela, José Vicente Rangel. También entonces Dávila hizo llamadas para pedir que Zárraga participara en el desfile”, desliza un informante tras bastidores.

El propio Osmel Sousa, presidente de la Organización Miss Venezuela, refuta ese chisme. “¡Nada de eso! El desfile de La Habana no se hizo porque salía muy costoso llevar a cuarenta modelos venezolanas. Primero intentamos llevar a veinte de aquí y escoger a veinte cubanas, pero cuando fui a hacer el casting en la isla solamente me gustaron cuatro. Después, al regresar a Venezuela, todo se empezó a complicar. Ahí no se habló de Betzabeth ni de ningún nombre en especial porque nunca se llegó a escoger quienes eran las modelos”. Norkis Batista también libera a Héctor Dávila de toda sospecha: “Betzabeth hablaba mucho de los militares. A todo el mundo le decía que a ella le encantaban los militares y, cada vez que daba una entrevista, sus declaraciones aplaudían todo lo relacionado con la militarización, con Chávez y con su Gobierno. De hecho, después del Miss Venezuela 1999, creo que ella se hizo novia de un militar”.

Galante gobernador

Parece evidente la alusión a Jesús Aguilarte, integrante del movimiento revolucionario fundado clandestinamente por Hugo Chávez en 1982, compañero de armas de quienes perpetraron el golpe de Estado fallido el 4 de febrero de 1992, diputado en representación del partido de Chávez tras las elecciones legislativas de 1998 y, al momento del flechazo, flamante mandamás del estado sureño de Apure. “Yo conocí a Jesús en 1999 y, a finales de ese año, ya era su novia. Fue una relación muy seria, formal y bastante respetuosa que duró casi un año”, confirma Zárraga. Trabajo fácil para Cupido: la filántropa y el gobernador no sólo tenían en común su lealtad hacia la agenda chavista, sino que, obligados por las circunstancias, compartían tiempo y espacio en la morada del dirigente político en San Fernando. “Éramos amigos en ese momento. Él quería que trabajara con los jóvenes de la zona y yo me mudé a Apure, pero yo no estaba dispuesta a vivir en un hotel porque en Apure hay demasiada inseguridad”. Lógicamente, se mudó a la residencia oficial del caudillo regional. “Pero yo vivía allí debido al trabajo que estaba haciendo, no por ser su novia. Yo llegué allí siendo su amiga. Además, yo no vivía allí sola con él; mi mamá y mi hermano se mudaron conmigo”.

Al calor de la familia y del inminente romance arrancaron las actividades del Club del Adolescente y de la fundación que Zárraga heredó de su madre, Elizabeth, cuya misión explícita es “enriquecer la formación física, intelectual y ética de los apureños entre 14 y 28 años”. Aunque la fundación fue creada en 1992, ésta quedó paralizada al poco tiempo por el duelo de la matriarca, quien perdió a uno de sus siete hijos.

En lo que respecta al Club del Adolescente, su directora afirma que, hasta ahora, un millar de jóvenes apureños se ha beneficiado de un programa que incluye la gestión de cupos en universidades e instituciones militares con los que la fundación tiene enlaces. “Al que va a estudiar en una universidad pública no se le hace tan fácil; echarle una mano no tiene nada de malo, vamos a estar claros”, arguye Zárraga antes de enumerar otros logros que la enorgullecen, como la generación de puestos de trabajo para la población juvenil a través de la restauración de parques e instalaciones deportivas; la organización de competencias para atletas de escasos recursos y clínicas deportivas dictadas por expertos; la creación de un laboratorio de computación armado hasta los dientes en el que se ofrecen cursos y acceso gratuito a Internet; el aporte de becas escolares y cursos de liderazgo apoyados en videoconferencias dictadas por el “motivador personal” Miguel Angel Cornejo, rector del Colegio de Altos Graduados, con sede en Ciudad de México, donde Zárraga recibe la información de primera mano... cuando puede. Es que su agenda está que rebosa. “De las charlas de Cornejo tomé el lema del Club del Adolescente: ‘Punta de lanza hacia la excelencia’ ”, confiesa. El cinemóvil es, sin embargo, uno de sus proyectos más conocidos; después de todo, en Apure no hay salas de cine: “un camión dotado con equipo audiovisual nos permite presentar películas de estreno, cintas educativas y videos con micronoticias sobre la labor del Gobierno de Chávez”.

Cuando se comenzó a especular sobre el dinero que supuestamente fluía sin fiscalización alguna desde las arcas de la administración regional hacia las cuentas de su fundación –por sí sola, la casa donde ésta funciona se habría adquirido con sobreprecio por 80 millones de bolívares–, muchos pensaron que el proyecto de Zárraga desaparecería tras el destronamiento de Aguilarte, sobre todo considerando que el relevo político llegó a la gobernación de Apure encarnado por un opositor. Contra todos los pronósticos, la Fundación Eliza Dacor siguió en marcha. “Es falso que la sede de la fundación tenga un costo de 80 millones de bolívares y que el monto haya sido aportado por Aguilarte”, espeta su presidenta. “El Club del Adolescente nunca ha dependido de la gobernación de Apure. Al contrario, nunca tuve el apoyo que creía poder encontrar allí. Siendo Aguilarte el gobernador del estado, su respaldo era más bien moral; en ningún momento he recibido una donación de la gobernación”.

Puede que dentro de unos años sea ella quien decida el destino de esas donaciones, entusiasmada como está con la idea de ser llevada en hombros al mismísimo despacho de gobierno que alguna vez ocupara su expareja. “Nunca he mentido diciendo que no lo tengo planteado. Puede que hoy estés hablando con la próxima gobernadora de Apure. Yo no le tengo miedo a ese reto”, advierte, convencida de que su popularidad –llena álbumes y álbumes con recortes de prensa que celebran su labor social– la ha malquistado con ciertos políticos apureños, chavistas envidiosos incluidos, que ahora contribuyen a avivar los señalamientos en su contra. “Me están viendo madera de política y por eso quieren sacarme del juego. Los mismos jóvenes del Club del Adolescente me dicen: ‘¡Lance su candidatura! Nosotros la queremos como gobernadora’. Y no son tres muchachitos, sino muchos. Si yo hiciera una encuesta ahora, sé que quedaría muy bien parada. El pueblo de Apure me quiere muchísimo por el trabajo que estoy haciendo. Si yo me lanzo como candidata, yo creo que gano”.

A Zárraga –que es larense– no la apabulla el hecho de que su exnovio –que es barinés, como Chávez– saliera con las tablas en la cabeza por no haber calado entre los lugareños como un apureño más; a sus ojos, su condición de forastero era el menor de los hándicaps de Aguilarte cuando éste apostó a su reelección como gobernador de Apure. “Por lo que pude ver, el grupo que estaba asesorando a Jesús lo perjudicó bastante. Por otro lado, a Jesús le faltó trabajo. No lo voy a negar; lo dice todo el mundo en Apure. Chávez apoyaba a Jesús, visitó el estado Apure siete veces, más que cualquier otro estado. Chávez se refería a Jesús diciendo: ‘¡Este es mi hijo!’, dándole un liderazgo circunstancial en aquel momento. Jesús debía aprovechar esa oportunidad para trabajar muchísimo por el estado y no lo hizo. Yo creo que se confió demasiado”, asevera la exmiss. Aguilarte terminó siendo castigado con la indiferencia de los votantes y del presidente. Chávez, que había asistido a su ceremonia de juramentación como gobernador y puesto en sus manos la ejecución del ambicioso proyecto de desconcentración demográfica Orinoco-Apure, habría optado, al final, por excluir a Aguilarte de su círculo de allegados cuando las críticas a su gestión se hicieron demasiado insistentes. “Chávez no quiere ver a Jesús. Ahí está Jesús otra vez, como asistente ejecutivo del ministro de Planificación y Desarrollo, donde estaba antes de ser gobernador”, suelta un observador furtivo, ignorando que Aguilarte coordina actualmente los Círculos Bolivarianos de Apure.

Sin embargo, a sus 42 años, Aguilarte es mejor recordado en algunos ámbitos por haber tenido como asistente a Randolf Hernández Martínez –detenido el 18 de septiembre de 2001 frente a la sede del diario El Nacional y condenado a seis años de prisión por planear un ataque explosivo contra el periódico– y por haber emitido un decreto que le permitía imponer penas de arresto a comunicadores que, a su juicio, violaran el precepto constitucional de la información veraz, después de que un conocido locutor de los llanos pretendiera ofenderlo poniendo en duda su masculinidad. Al aire.

Víctor Cruz Weffer, fe de errata

Zárraga no lamenta ninguna de las declaraciones ofrecidas mientras el escándalo que coprotagonizaba estaba fresco; cuando mucho, resiente no haber elegido mejor a sus interlocutores al momento de dejarse entrevistar. “Lo que he dicho es la verdad; que hayan tergiversado mis palabras con mala intención es otra cosa”, observa. Su versión de la historia que la une a Cruz Weffer y vincula a su fundación con los fondos que Cruz Weffer manejó en distintas instancias es una glosa larga y sinuosa.

“Han inventado demasiado: han dicho que Cruz Weffer aterrizó en Apure una vez, que detrás de él venía su esposa a bordo de otro avión y que se armó un lío tremendo. Eso es mentira, eso es totalmente falso. No conozco a la esposa de Cruz Weffer y, como no la conozco, ¿cómo se va a armar un lío? Yo no he tenido ningún inconveniente con su familia, para nada. Además, quiero dejar bien claro que Cruz Weffer está divorciado”. Pero, ¿divorciado divorciado? “Pregúntenselo a él porque yo no me meto en los asuntos de los demás; esa es la vida privada de Cruz Weffer”. Aún más privada desde que escapó al escrutinio público: el general fue removido de la comandancia del Ejército en diciembre de 2001, dos días antes de Navidad, cuando las acusaciones de corrupción en su contra no pudieron seguir siendo ignoradas.

“La salida del general Cruz Weffer es una decisión del presidente Chávez y no creo que él la haya tomado debido a las presiones. Chávez es quien está gobernando y no se puede dejar presionar por nadie. Yo no critico su decisión tampoco. El presidente es el presidente. Yo no puedo opinar; sería una grosería de mi parte. Sé que en el futuro vendrán cosas buenas para el general Cruz Weffer”, asevera Zárraga antes de emprenderla de nuevo contra los maledicentes.

Zárraga jura que la banda Rondalla Venezolana no cobró 20 millones de bolívares por musicalizar las Jornadas de Seguridad Integral que ella organizó en julio de 2001 y a las que asistieron Cruz Weffer; el vicealmirante Jorge Sierralta Zavarce, comandante general de la Armada; y Francisco Belisario Landis, comandante de la Guardia Nacional, evidenciando su poder de convocatoria. Jura que el disco grabado por el cantautor de música veguera Andrés García no fue financiado por Cruz Weffer y que la dedicatoria del disco en cuestión –“un firme enamorado”– no es una declaración de afecto velada del general. Jura que el célebre Simón Díaz no recibió 10 millones de bolívares por amenizar el segundo aniversario del Club del Adolescente celebrado en noviembre de 2001 y que, como el comediante Joselo y el cantante Andrés García, el autor de Caballo viejo asistió en calidad de colaborador. Jura que Simón Díaz y Joselo no llegaron a la capital llanera a bordo del mismo avión militar que transportaba a Cruz Weffer. Jura que ella no pagó vuelos de la aerolínea Avior para el traslado de familiares y amigos desde Caracas. Jura que el alojamiento de los invitados al acto no corrió por cuenta de su fundación. Jura, además, que no fue necesario abrir puerta franca debido a la pírrica venta de boletos para el evento que ella orquestó...

“Todo lo que se dijo de esa fiesta es falso. Se imprimieron 1.200 entradas, 100 de ellas fueron obsequiadas a la gente de la guarnición, 100 a la Guardia Nacional y, de las 1.000 que quedaban, se vendieron 962. ¡Simón Díaz nunca aceptaría presentarse frente a cinco pelagatos! Asistieron casi 900 personas, a pesar de que ese mismo día tendrían lugar un partido importante de Los Centauros, el equipo local de basquetbol, y un concierto de Roberto Orellana, un cantante pentecostal muy popular entre los evangélicos, que representan casi el 70 por ciento de la población de Apure”, arguye Zárraga.

Algunas imputaciones la sorprenden: “No entiendo por qué dicen que a mí se me concedió la réplica de la espada del Libertador Simón Bolívar… Esa es una condecoración que el presidente Chávez sólo les entrega a los generales. Lo que Cruz Weffer me dio fue un detalle institucional, una cosita así chiquitica que ni siquiera es la réplica de la espada del Libertador”. Otros aseguran haber visto a su madre y a su hermano Richard recibiendo la Estrella de Carabobo, la segunda condecoración más importante del Ejército, tradicionalmente reservada para reconocer actos excepcionales en favor de la nación. “La Estrella de Carabobo me la dieron a mí por el trabajo que estoy haciendo. También me dieron el Sol de Apure, el botón de la guarnición de San Fernando de Apure, diplomas y placas de instituciones autónomas y del Gobierno, condecoraciones de la policía de Apure, antes y después de que Aguilarte fuera gobernador de ese estado... Mi mamá y mi hermano lo que recibieron fue la barra de Honor al Mérito. El que critique eso lo hace seguramente por envidia, porque está ansioso de que lo condecoren como a nosotros”, responde Zárraga.

Su sesión de shopping en Nueva York, adonde habría viajado en compañía de su madre a fines de 2001 –pasajes pagados por el coronel José Antonio Sirauto Guanipa, director de Bienes y Servicios del Ejército, y casi 100.000 dólares de viáticos costeados por el coronel Freddy Prieto Peña, atendiendo órdenes de Cruz Weffer, según el diario El Nacional– le causa, más bien, gracia. “Cuando pusieron a rodar ese chisme a mí me dio mucha risa... Yo le dije a mi mamá: ‘Me iré a traer un perfume de chigüire’, porque en ese momento yo estaba en Apure. Eso era mentira. Como cuando dicen que tengo 700 millones en una cuenta. ¡Revisen mis cuentas! Eso es totalmente falso; si yo tuviera 700 millones en mis bolsillos fundaría una empresa inmensa en Apure para generar empleos, como mínimo”.

Lo que Zárraga no halla chistoso es la sospecha, insistentemente voceada, de que Cruz Weffer compró un apartamento para ella en una exclusiva urbanización de Caracas. “Esa campaña empezó para desestabilizar al país. Quieren ensuciar la imagen del presidente Chávez y de sus hombres de confianza; en este caso específico, quieren perjudicar al general Cruz Weffer. ¿Y a Betzabeth Zárraga por qué la atacan? Bueno, tal vez porque el general Cruz Weffer apoya el proyecto de mi fundación. Eso es lo que está detrás de las fantasías que tienen algunos periodistas: dicen que tengo un apartamento lujoso, que esto, que lo otro… ¡Eso es falso!”. Después de haber revisado la extensa hemerografía del Club del Adolescente, que la muestra metiendo el hombro por los venezolanos de relevo, casi da pena repreguntarle por asuntos tan nimios: “¿Está usted segura, señorita Zárraga, de que nunca ha tenido un apartamento a su nombre en Caracas?”. La ex reina de belleza ni siquiera parpadea al contestar: “Nunca. Para nada”.

Producto de un olvido involuntario o de uno premeditado, el énfasis de su negativa debilita la credibilidad del rosario de desmentidos previos: en la Oficina Subalterna del Segundo Circuito de Registro Público del municipio Baruta del estado Miranda descansa un documento –número 12, tomo 3 del Protocolo Primero– según el cual Actibienes, Activos y Bienes Inmobiliarios, c.a., representado por su director principal Claudio Dolman, dio en venta un apartamento a Betzabeth Rosalyn Zárraga Escalona, cédula de identidad número 14.270.223, el 21 de julio de 2000, por 500.000 dólares, equivalentes en aquel momento a 340.600.000 bolívares.

Para pagar el apartamento de 265 metros cuadrados (el 1-b del edificio Residencias Espoparque, ubicado en la calle C, segunda etapa de la urbanización Colinas de Valle Arriba), su maletero de 9 metros cuadrados y sus cuatro puestos de estacionamiento, Zárraga canceló inicialmente la cantidad de 204.360.000 bolívares. El saldo de 136.240.000 bolívares lo pagó en cuatro cuotas de capital –“mensuales, iguales y consecutivas”–, cada una por la cantidad de 34.060.000 bolívares, “con vencimiento, la primera de ellas, a los treinta días continuos y siguientes a la fecha de otorgamiento de este documento público y las restantes igual día de los meses subsecuentes”. Ya para noviembre de 2000, Betzabeth Zárraga era la dueña del inmueble descrito aquí y allá como una cortesía del general Cruz Weffer.

El apartamento no duró mucho tiempo en sus manos. En un documento registrado el 28 de marzo de 2001 en la misma instancia –número 17, tomo 9 del Protocolo Primero–, Zárraga declara haber recibido un préstamo de Alexis Hernández Hidalgo el 21 de julio de 2000 por 340.600.000 bolívares para la adquisición del apartamento. El trato la comprometía a devolver el monto –con los intereses respectivos, a una rata del uno por ciento mensual– en un plazo de seis meses. Para garantizar la cancelación de la deuda, Zárraga libró a favor de Hernández Hidalgo seis letras de cambio –cinco por la suma de 3.406.000 bolívares cada una y una letra de cambio por 344.006.000 bolívares–; pero, al descubrirse incapaz de honrarlas, procedió a pagarle, por la totalidad de la suma que aún debía –318.000.000 de bolívares–, con el apartamento de Colinas de Valle Arriba.

“A uno le gustaría leer cosas positivas en los periódicos; pero cada vez que uno los abre lo que ve son acusaciones contra Cruz Weffer o contra la otra... Ese es un amarillismo que ya no está vendiendo periódicos. No trates de ganar espacio a costilla de otra persona porque eso se paga. Y cuando digo que eso se paga no me salgan con que los estoy hostigando o amenazando; lo que quiero decir es, simplemente, que allá arriba, en los cielos, hay un dios que está viendo lo que ocurre aquí abajo. Y las maldades que aquí se hacen se pagan aquí, no se pagan allá”, cerraba Zárraga la entrevista celebrada en un café del este barquisimetano. “Yo no puedo evitar que tú escribas en Exceso lo que tú quieres escribir. Yo describiría todas las cosas buenas que estoy haciendo; pero eso queda de tu parte. De parte mía quedó decirte toda la verdad, no esquivé nada de lo que me preguntaste, te respondí todo y siempre ha sido así con todo el mundo. Porque, cuando hay misterio, a la gente le da aún más curiosidad”.

Poco después, invitada a explicar la divergencia entre su testimonio original y los documentos que la presentan como propietaria temporal de un apartamento valorado en 500.000 dólares, Zárraga concedería telefónicamente: “Pero es que ese apartamento no era para mí. Eso era para un negocio. Tengo familia que trabaja en bienes raíces y me hablaron de ese apartamento. Alexis es un amigo, lo conozco desde hace tiempo. Lo del apartamento fue una oportunidad; lo adquirí a través de un préstamo de él para luego venderlo, como hacen las inmobiliarias. No le conseguí venta y lo que hice fue revertir el negocio. Lo que hice fue devolverle el apartamento y eso es propiedad de él ahora. Nunca fue para uso personal, fue para un negocio... ¿Alguna otra cosita?”. No. Para nada.

Marzo 2003

En busca de la odalisca

« El caso de la obra de arte robada y sustituida por una copia para retardar la percepción del hurto no es nuevo. Pero el que tuvo lugar en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Ímber, con una odalisca de Henri Matisse como botín, es algo nunca visto en el historial del pintor francés, para descrédito de la seguridad de los museos venezolanos y el supuesto ojo educado de sus gerentes. »

“Exceso” investigó el robo de una obra de Matisse en Caracas

Original y copia, encuentre las
diferencias. Fotos: MACCSI

« En diciembre de 2002, el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Ímber confirmó que la pintura de Henri Matisse en sus depósitos era falsa. Poco después, su directora contactó a Wanda de Guebriant, la máxima autoridad en todo lo relacionado con la obra del artista francés, sólo para enterarse de que a la experta ya le habían pedido que inspeccionara la Odalisca con pantalón rojo original un año antes. »

Diciembre 2002

Majestad de lunares

« Fue bendecida por un duende al nacer y bautizada en honor a una prima ballerina rusa. Lo que empieza bien acaba bien: la venezolana Tatiana Reyna se descubriría poseedora de un gen gitano no más poner pies en Sevilla, deslumbraría como bailaora a los propios españoles y sepultaría por amor su promisoria carrera sólo para terminar erigiéndose en la principal cultora del flamenco en el país caribeño. »

Tatiana Reyna en “Exceso”

Texto: Evan Romero
Foto: Tatiana Reyna

« “Estando en Londres, a mi familia le pidieron que actuara para Rudolf Nureyev; alguien había organizado una fiesta de despedida para él porque estaba a punto de empezar una larga gira. En un momento dado, él se levantó de su silla y empezó a bailar conmigo; me dijo que se consideraba un bailarín de flamenco frustrado. Esa noche nos tomaron una fotografía que salió en la primera plana del Times”, recuerda Tatiana Reyna. »

Octubre 2000

La resistencia de los Vollmer

« No es en el ‘gran hermano’ del norte, sino en la Madre Patria donde, de momento, tienen el ojo puesto; menos con el exilio en mente que como mercado para los destilados que produce la empresa familiar, Santa Teresa, de la que acaban de hacerse cargo con talante mesiánico. Herederos de una prominente estirpe, Alberto y Henrique Vollmer siguen firmes en su decisión de quedarse en Venezuela. »

Alberto y Henrique Vollmer en “Exceso”

Texto: Evan Romero
Foto: Edgar Vergara

« Mientras otros brindaban por la llegada del nuevo milenio, el cambio de siglo encontró a los hermanos Vollmer en nada festivos menesteres: rescatando de una quiebra inminente a la cuarta compañía productora de ron en el mundo; la empresa familiar cuyo timón, más que heredar, tomaron. En menos de un año tuvieron que prescindir de toda carga innecesaria para llevar a la compañía Santa Teresa a buen puerto. »

Septiembre 2000

Consagrado Reverón

« Convencida por su curador estrella, John Elderfield, y por la prominencia de los venezolanos en su seno, la directiva del Museo de Arte Moderno de Nueva York dio el a una exposición retrospectiva de Armando Reverón. Ese suceso dejó oír, entre los aplausos, el persistente resuello de quienes se afanaron en internacionalizar al pintor caraqueño desde los años treinta del siglo xx hasta hoy. »

“Exceso” cubre la consagración internacional de Reverón

“Autorretrato”, de Armando
Reverón, 1950. Foto: GAN

« “Armando Reverón es ideal para el moma porque esa institución puede decir de él: ‘Aquí tenemos a un personaje perfectamente articulable a la cadena de grandes figuras que hemos presentado como exponentes del arte moderno; pero que, al mismo tiempo, y sin caer en lo pintoresco del arte chicano, significa nuestra apertura a la periferia’ ”, explica el crítico de arte venezolano Luis Enrique Pérez Oramas. »

Septiembre 1999

Boris Izaguirre, rara avis

« Alma de la juerga caraqueña hasta que el golpe de Hugo Chávez aguó la fiesta, Boris Izaguirre abandonó su Venezuela natal en 1992 como dialoguista de culebrones –elogiado, que no famoso– y regresó siete años más tarde describiéndose como “un escritor español”. Y así fue recibido cuando presentó su novela Azul petróleo entre sus compatriotas: como cacao nativo trocado en bombón suizo. »

Semblanza de Boris Izaguirre en “Exceso”

Texto: Evan Romero
Foto: Julio Osorio

« Imaginémoslo por un momento en la escalinata de El Calvario, tan solemne como Bolívar en la cima del Monte Sacro, presintiendo la ruina por venir de su terruño y delirando en voz alta: “Tengo que irme de aquí…”.  Ese era el pensamiento que ocupaba su mente a principios de 1992. En sus oídos zumbaba la voz de una vieja amiga: “...en Venezuela no pasarás de ser un mariquito; afuera serías un gran homosexual”. »

Julio 1999

Montero, fuera del pentagrama

« Solista por predestinación y solitaria a su pesar, esta artista de las blancas y las negras prefiere tocarlas por gusto antes que por ser la mejor. No obstante, está entre los pianistas más prominentes –qué le va a hacer–, dotada de una gracia que le permite hacer música aún lejos de las teclas, mientras vive como todos los demás. “Mi trabajo lo hago, ante todo, en mi cabeza”, admite Gabriela Montero. »

Gabriela Montero en “Exceso”

Texto: Evan Romero
Foto: Julio Osorio

« La idea de que la vida no le haya dado otra elección que el piano no es una que la reconforte siempre. “A veces sientes una rebeldía hacia tu talento y te dices: ‘Yo quiero hacer otra cosa’ ”, confiesa Montero, quien dio su primer recital a los cinco años, hizo su debut orquestal a los ocho y conservó intacta su aura de niña prodigio hasta su adolescencia, tocando bajo la batuta de los directores más distinguidos. »